Suárez Cauca · Un encuentro que une aguas, montañas y comunidad

En el marco del proceso Cocina por la Paz en Suárez, la comunidad vivió un espacio que fue mucho más que una actividad: se convirtió en un encuentro de diálogo, unión y reconocimiento mutuo. Esta iniciativa, promovida desde la administración municipal, busca que las veredas encuentren en el fogón, el deporte, el arte y la palabra escenarios para sanar heridas, fortalecer la convivencia y construir acuerdos desde la base social. En este contexto visitamos el pasado 29 de septiembre la vereda el Arenal, en la que cada generación tuvo un papel activo y la comunidad reafirmó que el tejido social se fortalece compartiendo lo más esencial: el tiempo, la comida y la esperanza.

El viaje comenzó con un recorrido por aguas del embalse Salvajina-Suárez que parecían susurrar mensajes de vida. A cada lado, las montañas cubiertas de verde recordaban la fuerza de la naturaleza y el horizonte abierto invitaba a respirar con calma. La llegada no fue sencilla: un ascenso exigente nos recordó que alcanzar lo esencial siempre demanda esfuerzo. Al llegar, una sonrisa cálida nos hizo sentir que la comunidad nos abría la puerta de su casa.

La jornada empezó con un gesto sencillo pero profundo: una oración de agradecimiento. Ese instante nos recordó el valor de lo simple, de estar juntos con vida y salud. Desde allí, la confianza se convirtió en el tono de la jornada.

Mientras los niños y niñas llenaban el patio de juegos, risas y energía, las mujeres se reunieron alrededor de la cocina. Entre fogones compartidos surgió una conversación sobre la importancia de reconocer y detener las violencias que hieren la vida cotidiana: las palabras que minimizan, los silencios que aíslan, la desigualdad en el manejo de los recursos. Al compartir experiencias, se reconocieron unas a otras como compañeras de camino, y la conciencia se volvió semilla de cambio.

Al mismo tiempo, otras manos pintaban un mural en la escuela. Sobre el blanco comenzaron a aparecer pinos, reflejos de agua y niños leyendo. Símbolos sencillos pero profundos de lo que la comunidad quiere resaltar de sí misma: la riqueza natural, la vida que da el agua y la esperanza que florece en la educación. El mensaje que quedó plasmado fue un recordatorio de que todo lo que vale la pena requiere esfuerzo, pero siempre es posible.

El sabor, la gratitud y la compañía se mezclaron en un solo acto de comunidad, un almuerzo preparado en colectivo. Sentados juntos, adultos, jóvenes y niños compartieron mucho más que un plato: compartieron la certeza de que estos encuentros fortalecen los lazos y recuerdan que, incluso en medio de las tensiones, siempre se puede soñar y construir en común.

Primer Comunicado Oficial Nasa Juntanza

¡Cordial saludo! Compartimos el estado de la convocatoria y selección de la escuela Nasa Juntanza. Invitamos a las mujeres becadas (entrevistadas y con visita domiciliaria) a una reunión de cierre...

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