Memorias de módulo 1: Sector Rural · Liderazgo que nace desde la tierra: cuando las comunidades tejen valor público

En Santander de Quilichao, un territorio diverso y vibrante que respira historia, resistencia y esperanza, nos encontramos el pasado 5 de julio para vivir el primer módulo de nuestro proceso formativo: “Liderazgo Territorial y Valor Público”, desarrollado en el marco de un convenio entre la administración municipal de Santander de Quilichao, en el Plan de Gobierno del alcalde Eduardo Grijalba – Quilichao Somos Todos, y ejecutado desde la Secretaría de Gobierno, Paz y Convivencia Ciudadana, dirigida por la secretaria María Luisa Holguín.

Allí, las voces y manos de representantes de las Juntas de Acción Comunal (JAC) nos recordaron que el liderazgo no se impone, sino que se cultiva, como quien cuida la tierra para que florezca. Desde la Fundación Territorial Magenta llegamos con un propósito claro: fortalecer a las JAC como agentes activos en la construcción del valor público y en la transformación del tejido comunitario, desde una mirada situada y sistémica. Y lo hicimos a través de una metodología viva, participativa, en la que cada palabra, cada gesto y cada mapa trazado contó la historia de una comunidad que quiere más para sí misma.

Sentir el territorio antes de hablar de él

Iniciamos con una pregunta simple pero reveladora: ¿Qué palabra representa cómo siento hoy mi barrio o vereda?
De las bocas de nuestros líderes salieron palabras como desolación, esperanza, resistencia, abandono, lucha y memoria. En cada una, la carga emocional del territorio; en cada una, un diagnóstico profundo que no aparece en los informes técnicos pero sí en los corazones.

De la participación a la incidencia

A través del diálogo, descubrimos algo común: para muchos, participar ha sido “asistir”, “estar presente”. Sin embargo, cuando se les preguntó cómo pasar de participar a incidir, surgieron propuestas valientes: crear veedurías, tejer alianzas entre JAC, fortalecer la formación comunitaria y abrir espacios de escucha reales.
Las comunidades saben que la incidencia no llega sola; necesita organización, persistencia y, sobre todo, voluntad.

Mapear para reconocerse

La actividad central del día, el mapeo comunitario, fue un espejo del territorio. Cada JAC dibujó su barrio o vereda, identificando parques, salones comunales, vías, zonas verdes, y evaluando su estado. Allí, las realidades se hicieron visibles:

  • San Rafael: un salón comunal sin techo ni energía y la ausencia de un parque infantil.
  • La Chapa: una vía en mal estado y un acueducto que enferma a la comunidad.
  • El Broche: un puesto de salud deteriorado, pero una caseta comunal ejemplar, fruto del esfuerzo colectivo.
  • Mondomo Panamericana: un parque central caótico en días de mercado, pero con un proyecto de paz en marcha.
  • Quinamayó: epicentro de veredas, donde se impulsa un diálogo transgeneracional entre adultos y jóvenes.
  • Los Samanes: un barrio en disputa por el uso del espacio público y con proyectos comunitarios detenidos.
  • Nariño: problemas de infraestructura y comunicación, pero con una participación activa y propositiva.

En cada mapa, más que problemas, vimos oportunidades para que el liderazgo territorial florezca.

Compromisos que trascienden el taller

El cierre fue poderoso: cada participante escribió una microacción que estaba dispuesto a realizar. Hubo quienes se comprometieron a convocar a los jóvenes para pintar murales sobre la memoria, quienes impulsarán jornadas de limpieza en quebradas, y quienes visitarán a adultos mayores en soledad.
Son compromisos pequeños en apariencia, pero con el potencial de transformar la vida comunitaria.

Lo que descubrimos juntos

  • Aunque muchas JAC sienten desmotivación y abandono institucional, hay un fuerte deseo de reactivación si perciben respaldo real.
  • La relación con el Estado está marcada por la burocracia y el clientelismo, pero también por la esperanza de construir puentes a través de la planeación participativa.
  • La memoria y lo simbólico siguen siendo hilos vitales para la acción comunitaria.
  • Las capacidades organizativas son dispares: algunas JAC están sólidas, otras atraviesan crisis internas, pero todas tienen algo que aportar.

Más que un módulo, un punto de partida

Este encuentro no fue un evento aislado. Fue un recordatorio de que el valor público no se decreta desde un escritorio: se construye en la calle, en la cancha, en el salón comunal, en las mingas, en el diálogo entre generaciones.
En la Fundación Territorial Magenta creemos en los liderazgos que nacen de la acción cotidiana, de la voz que no se apaga y del compromiso que se renueva, incluso frente a la adversidad.

Hoy, Santander de Quilichao nos dejó claro que, aun con desafíos, las comunidades están listas para caminar juntas hacia un liderazgo más fuerte, inclusivo y transformador. Nuestro papel, como siempre, será acompañarlos, escucharlos y crear las condiciones para que sus sueños tengan la fuerza de volverse realidad.

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